The whole
enchilada,
Moab

Texto: Julián Andrés
Fotografía: César Cobo

Dentro de la amplia red de senderos de calidad mundial de la zona podemos destacar uno: “The whole enchilada”, una línea larga de casi 55km que parte de 3400m, desde las icónicas “Sal Mountains”. El comienzo se sitúa en un entorno completamente alpino donde tras una primera ascensión empezamos a perder desnivel en una sección de bosque, inclinada y técnica que nos recordó mucho a nuestros queridos Pirineos.

“The whole enchilada”, una línea larga donde las haya, casi 55km, que parte de casi 3400m, desde las icónicas “Sal Mountains”

Una vez salimos de la potente zona de “burro pass” y entramos en “hazard county”, encontramos un sinuoso sendero, rápido y con apoyos que nos hace entrar en una especie de “nirvana”, máxime cuando además de recorrer esta adictiva línea, el desierto, majestuoso, hace acto de presencia a nuestra derecha con las icónicas formaciones del “Castle Valley” al fondo, haciéndonos creer que somos una especie de “John Wayne” a pedales.

La senda termina y nos acercamos al borde del abismo, asomándonos a un corte vertical de quitar el hipo que nos hace sentirnos muy pequeños.Aquí, el sendero se abre y se convierte en un sube y baja. Se mezclan arena con roca madre y presenta grandes ‘drops’ con diferentes opciones para abordarlos. Es el área de “Kokopelli” que tiene algunos pasos realmente complejos, catalogados con doble rombo negro y que se presentan como un desafío para los “riders” más técnicos y avezados.

Ahora estamos navegando por el auténtico desierto y la sensación cada vez es más inmersiva, acercándonos al gran cañón y entrando en la zona de “Porcupine Rim”. La vista del paisaje es muy amplia, como de otro planeta y nos da la sensación de estar en una auténtica película.

Como fin de fiesta vamos entrando en el cañón de forma progresiva a través de una senda espectacular denominada “Porcupine Singletrack” donde vamos dejando el río Colorado a nuestra derecha. Bajadas cortas y fluidas se suceden con toboganes de roca madre, a la vez que nos encontramos nuevos pasos técnicos. Esta parte tiene una zona un poco expuesta, así que a sabiendas que estamos a punto de terminar el día, no arriesgamos y nos lo tomamos con mucha calma. La entrada en el cañón es un auténtico festival a nivel visual y nos coincide con la cálida luz de la tarde, lo cual hace que los colores rojizos y amarillos de las rocas, el cañón y el desierto adquieran una dimensión cromática realmente preciosa.

Llegamos al final de “WE” cansados pero con la sensación de haber rodado en una de las líneas más potentes y especiales del mundo.

Agradecidos, ya solo nos queda recorrer unas pocas millas por el carril bici para llegar hasta Moab, hidratarnos a tope y disfrutar de una merecida cena, por supuesto con mucho ¡picante!.

 

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