Laberinto,
Bilbao.

Texto: Julián Andrés
Fotografía: César Cobo

Bilbao es, tal vez, la ciudad europea que ha sufrido la mayor metamorfosis en los últimos veinte años. La ciudad respira un aire continental que le da un carácter cosmopolita sin perder de vista sus raíces, pero Bilbao, además, es que está rodeada de montañas y eso es algo que resulta muy interesante para la comunidad ciclista.

Está rodeada de montañas y eso es algo que resulta muy interesante para la comunidad ciclista.

Algo muy interesante que presenta la ciudad es que en menos de 10 kilómetros a la redonda nos encontramos con cotas cercanas de más de 1000 metros y se pueden practicar básicamente todas las disciplinas del ciclismo actual sin tener que alejarnos demasiado del centro, lo que convierte a Bilbao en un destino ideal para combinar turismo urbano y ciclismo de calidad.

En este caso que nos ocupa nosotros rodamos con nuestras bicis de enduro y trail en un terreno que conocemos bien ya que el que suscribe este reportaje vive en esta ciudad que se presenta a caballo entre los Picos de Europa y los Pirineos. Quizás por esta razón no hemos querido dejar pasar la ocasión para dar visibilidad a un spot clásico que aúna desde fáciles senderos donde iniciarse, hasta circuitos permanentes de DH con cierta complejidad donde en otros tiempos se han celebrado pruebas del campeonato de España de descenso. Los locales llaman a esta zona “el vivero” pero a nosotros nos gusta más llamarla “el laberinto” por la infinidad de senderos de corto recorrido que se entrecruzan en un espacio tan reducido de terreno y que están tan cerca del núcleo urbano.

Aúna desde fáciles senderos donde iniciarse, hasta circuitos permanentes de DH con cierta complejidad donde en otros tiempos se han celebrado pruebas del campeonato de España de descenso.

Vista aérea del laberinto. Riders descendiendo por una de sus lineas.

Estamos ante un patio de recreo de mucha calidad e ideal como escuela de aprendizaje.

Evidentemente no son líneas tan impresionantes ni con tanta diversidad como las que nos podemos encontrar en nuestros queridos pirineos, pero para estar tan cerca de la ciudad estamos ante un patio de recreo de mucha calidad e ideal como escuela de aprendizaje para acometer posteriormente los destinos “world class” que inundan nuestro país. Una calidad de caminos que en parte es posible a la comunidad de “trail builders” que cuida y mantiene los senderos periódicamente. 

Trail builders locales disfrutando de los senderos del Vivero.

 

Algunos retratos del equipo

 

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